miércoles, 19 de julio de 2017

Entre dunas, de Florián Pérez Alarcó


Tras un título sencillo, puede esconderse una trepidante historia de aventuras, amor y heroísmo altruista. Entre dunas, de Florián Pérez Alarcó, es un buen ejemplo. 
Esta novela se divide en tres partes claramente diferenciadas, más un final, a modo de epílogo, que sacia la curiosidad del lector sobre el reencuentro de algunos personajes y que facilita el cierre definitivo de la línea argumental. 
La primera parte responde a muchas de las convenciones de la literatura juvenil, de temática amorosa y ámbito escolar: Geles, la voz protagonista, es una estudiante de 2º de ESO que acude con su amiga Andrea a la localidad de Montanejos, en la provincia de Castellón, para pasar el día con su amiga Andrea y sus compañeros de clase, en una actividad organizada por el instituto. El conflicto se desata cuando Andrea, acompañada previamente por Geles, se marcha en la moto de un chico árabe, Zahir, que había conocido en Instagram y con el que había mantenido conversaciones por WhatsApp, para comer en un pueblo cercano. A partir de ese momento, ambos desaparecen sin dejar rastro y se detalla, sin ahorrar dramatismo, el descubrimiento de la ausencia de Andrea, el sentimiento inconsolable de culpa de Geles, la reacción emocional de sus familias, de sus allegados, de los profesores de su centro, incluso la de los policías que se responsabilizan del caso. Es entonces cuando el registro de los personajes cambia para adecuarse, según las normas del decoro, de una jerga estudiantil, propia de cualquier adolescente, y muy lograda en las primeras páginas de esta obra, a un lenguaje algo más técnico, formal, sin que presente grandes dificultades a un lector estándar de Secundaria.
La segunda parte, sin embargo, supone un salto temporal varios años después, protagonizada por una Geles universitaria que no ha logrado -ni querido- olvidar a su amiga Andrea. Cobran relevancia y despuntan los personajes de Manel, el chico que le gustaba a Andrea en la excursión y que ahora es su novio, además de Jorge, el hermano de Andrea, un voluntario de Médicos sin Fronteras, que actúa como guía y posibilitador de la tercera parte, ya que posee una amplia experiencia en calidad de viajero a lugares desfavorecidos y las habilidades necesarias para emprender la verdadera aventura de Entre dunas. Esta segunda parte se nutre de la reaparición de Zahir, en una retransmisión televisiva de la Primavera árabe, en Argelia, que actúa como catalizador para la reactivación de la búsqueda de Andrea, lo cual la sitúa como eje, a modo de bisagra, de toda la trama.
La búsqueda y rescate de Andrea en Argelia y los países limítrofes acaparan la tercera parte del libro. Allí se fragua la auténtica aventura, primero con tintes de novela negra, en la que Akram, el chófer contratado por Jorge, tendrá un papel relevante en el hallazgo y captura de zahir. También como contrapunto o antagonista, como árabe dotado de cualidades positivas, pues Zahir, tal vez marcado por ecos borgianos, se erige en figura de la traición y del engaño, por dinero. El secuestro y posterior confesión de Zahir inicia una travesía por el desierto argelino hasta la recóndita morada del ahora marido de Andrea, que la compró a Zahir, primero como esclava, y con la que tiene una hija pequeña. La efigie vaporosa del marido, que en ningún momento se describe ni toma la palabra, pero que se conoce a través de sus ricas posesiones en las profundidades del desierto y por el poder violento que no dudan en ejercer sus hombres, se extiende como un manto que cubre esta tercera parte. El otro gran protagonista es el desierto del Sáhara, que convierte el rescate de Andrea en todo un reto de supervivencia, cuyo éxito se alimenta de la fuerza de voluntad, instinto de conservación y heroísmo inesperado de algunos personajes. Tal es el caso de Manel, que evoluciona de un chico apocado y pasivo a un héroe algo temerario cuando las circunstancias vitales y amorosas lo apremian. Una de las circunstancias amorosas es la rivalidad que surge con Omar, el misterioso guerrero tuareg que sacrifica casi todos sus recursos humanos y materiales para ponerlos a salvo, y por el que Geles comienza a sentirse atraída. La construcción e intervención de este personaje recuerda a la novela Tuareg de Alberto Vázquez-Figueroa, pero también a la maurofilia que dota de rasgos aristocráticos y heroicos a los protagonistas de romances fronterizos y novelas moriscas de la tradición literaria en lengua castellana. También supone la excusa perfecta para que el autor introduzca extranjerismos exóticos, como mehari, con el que se refiere a los dromedarios del pueblo tuareg con los que se ven forzados a continuar su penosa vuelta a un lugar desde el que puedan volver a España, o los datos con los que se ha documentado para dar a entender al lector la terrible inmensidad del Sáhara, así como las fatales consecuencias de caminar sin rumbo en sus entrañas.
Toda narración que siga la estructura del viaje debe tener un final, una vuelta al hogar o al lugar deseado. Tras un regreso agónico, dominado por un enfoque más cinematográfico que literario de la acción, que sitúa la vida de los personajes en el límite de lo humanamente soportable, se produce la llamada que traerá a la policía y a las fuerzas del orden como un nuevo Séptimo de Caballería que acabará con la amenaza de Zahir y de los secuaces del marido de Andrea. Esta concepción maniquea, típica del western y de muchas historias de aventuras, será necesaria para cerrar la línea argumental del desierto y abrir el epílogo, el final climático, emocional, en el que se reencuentran Andrea y su madre en España.
Entre dunas es una novela juvenil que por su lenguaje es accesible a jóvenes lectores que estudien Primer Ciclo de ESO, pero que por su trama, también entretendrá a adultos, de manera que, por unas horas, se olvidarán de sí mismos para soñar con ser héroes en el corazón baldío del desierto.

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